jueves, 21 de julio de 2016

Chagal, El Paseo

Marc Chagall, La promenade (El paseo) 1917/18, 
Óleo sobre lienzo, 169,6 cm/163,4 cm
Museo del Hermitage, San Petesburgo, Rusia.



Aparte de que el cuadro captura y al mismo tiempo libera para el espectador un bello poema plástico de celebración gozosa del amor, la propuesta pictórica, su composición y representación fueron muy vanguardistas e innovadoras en la época en que se pintó: la mujer –quien en realidad era su esposa Vera- volando como cometa asida de la mano izquierda de su sonriente pareja, vestido de negro, mientras que con la mano derecha agarra a un ave que apenas se descubre; de pie al centro del cuadro (el propio Chagal como personaje también), hombre y mujer unidos en simétrico y geométrico equilibrio que parece celebrar el amor que se profesan, a grado tal que ella se ha vuelto etérea; a su alrededor discurre un paisaje abstracto, grupos de casas en descomposición cubista han sido pintadas en distintos tonos de verde que hacen las veces de claroscuros, luces y sombras; abajo a la derecha del enamorado se extiende un mantel para el aperitivo campestre, pintado a la usanza antigua realista-figurativa casi retrato del original, con tal verismo que se puede sentir la textura de la lana, al tiempo que confiere un rojo vivo y florido en contraste con los demás colores excepto el vestido de la mujer, reposan encima la botella de vino y la copa. Me hace gracia el terreno irregular en el que está parado el hombre. A la izquierda sobresalen ramas de delgados tallos con hojas azules y verdes que recortan el cielo. La encantadora arquitectura cubista del caserío a uno y otro costado de lo que semeja un río sin agua, así como la iglesia que se difumina en tonos de rosa, son claros indicativos de su innovadora propuesta. La resolución del cielo es estupenda también. Una pequeña silueta negra de un caballo se percibe apenas encima de la colina, al fondo en tercer plano. Realismo transfigurado. Sin duda estamos frente a una obra maestra.